domingo, 2 de agosto de 2009

volver a los 19


Eran dos pequeñas libretas; una con forma de corazón y con dos pequeños felinos en la portada, y otra, color rosa con flores. Ambas contenían sueños, amores e ilusiones desde los tiernos 11 años hasta los 15, y si no hubiera sido por una torpe adolescente, avergonzada de sus sentimientos infantiles, dichos sucesos habrían contado tantas historias, y no hubiesen acabado en el fondo de un basurero.

Hoy, contando con cinco ejemplares de vida, suelo hacer un alto a las exigencias diarias y vuelvo a leerlos. No sé muy bien el fondo del asunto, pero me sirve para reenfocarme…



17 Agosto del 2005


¡Qué cansancio! ¡Puff!...Leer y leer, y si no es leer, es conversar… No sé qué es más aburrido en este momento.

Que la gente necesite tanto de la aprobación de los demás me causa extrañeza. Tanto que preguntan “¿y tú qué crees?, “pero Marina, ¿qué hago?, ayúdame”, etc., etc. Sin embargo, tantas palabras ausentes…-¿qué cómo estoy?... Oh, súper bien, en todo caso gracias por hablar sólo de ti mismo-

No sé qué sería mejor; que me pregunten o que no lo hagan. Tal vez respondería con un sarcasmo…

¿Acaso no se nota mi hastío?... ¡qué van a notar si están tan ensimismados en su propia imagen!... gente así no vale la pena, me cansan, y son tan cargantes. ¿No ven acaso que tengo mi propia vida por la cual preocuparme?...

Estoy cansada de leer y del mundo, de este mundo tan superficial.

A veces como dice mi gato necesitamos del silencio y pensar.

Raro que hable de estas cosas, casi siempre este espacio es polar; de queja o regocijo, y hoy me cansé de eso también.

Esta casa se está revolucionando, vienen visitas el viernes, que bien por ellos, que fome por mí, me siento como chancho en misa.

Es tan complicado vivir en una casa que no es la tuya. En mi casa si hay mucho ruido y tengo que estudiar puedo decirlo. Aquí, tal vez también podría, pero no me atrevo.

Bueno, dije sin quejas, pero más que quejas es añoranza por mi lugar. Mi espacio.

Tengo ganas de hacer cosas distintas, la rutina me cansa. Echo de menos la cocina de mi casa, mis cosas. A mi mamá con sus viajes repentinos, a mi papá con sus parrilladas y anticuchos y a mi hermana cambiándose de ropa para ir a comprar a la esquina [qué loquilla].

Tengo unas ganas exageradas de tirarme al agua y desaparecer en sus profundidades, para volver a la superficie en un lugar desconocido, donde todo lo que no me gusta de mi actual vida esté olvidado.

Quiero un beso en la mejilla de un niño. Son tan curativos esos besos. Por lo menos hoy un chiquitín me sonrió y saludó con sus ojitos brillantes, dándome la energía suficiente para cargar mi mochila de todos los días…otra vez.



La tristeza

LA TRISTEZA

(Pilar Paz Pasamar)


No te asustes por mí. No me habías visto

-¿verdad?- nunca tan triste. Ya conoces

mí rostro de dolor; lo llevo oculto

y a veces, sin querer, cubre mi cara.

No temas, volveré pronto a la risa-

-Basta que oiga un trino, o tu palabra-.

No te preocupes que ha de volver pronto

a florecer intacta la sonrisa.

Me has descubierto a solas con la pena

e inquieres el porqué. ¡Si no hay motivo!

Cuando menos se espera, el aguacero

cae sobre la tranquila piel del día.

Así ocurre. No temas, no te aflijas,

no hay secreto, mi amor, que nos separe.

La tristeza es un soplo, o un aroma,

para llevarlo dulce y suavemente.

No te quejes de mí. Yo estaba sola

y vino ella, y quiso acariciarme.

Déjanos un momento entretenidas

en escuchar los pasos del silencio

y sentir la tristeza de otros muchos

que no tienen amor ni compañía.