Estaba junto a él, sumida en un sueño... convertida en aire, omnipresente y ausente, lejos de aquel instante…
Él parecía hablarle, acariciarla, mas ella no lograba comprender sus movimientos ni sus palabras...continuaba desfilando por recónditos puertos.
Sus ojos extraviados parecían extrañar al hombre que la acompañaba. Él le hacía preguntas, le insistía al tomarla de la mano. Había preocupación en sus ojos, como si sucediera algo terrible.
Ella buscaba en sus adentros una voz para tranquilizarlo, una fuerza que incitara a su mano a acariciarle el cabello y decirle que todo estaba bien, pero su conciencia se encontraba escondida dentro de su cuerpo sin querer (o poder) salir y manifestarse...
El rostro del hombre se desvanecía. Un silencio inmenso la absorbía. Su cuerpo se abatía, desorientado, como si todo diera vueltas... Gritos y angustias se estrujaban en sus adentros, ecos de súplicas y un miedo ingente se debatía dentro de ese cuerpo.
Caía de espaldas, mas no luchaba...
Él gritaba, ella no se movía...
Él lloraba, ella no respondía
Gritos de desesperación golpeaban las pareces de su pecho, sin respuesta.
Él lloraba, desesperado. -No te vayas -suplicaba entre sollozos- No me dejes solo...
Ella se debatía entre el dolor y el pánico, mientras resistía el enorme peso de su cuerpo, y un frío intenso que le arrebataba la voz y el recuerdo de sus besos.
Él la abraza, la recoge sobre su pecho, la besa. Te amo -le dice mirándola a los ojos-
Ella se resiste con todas sus fuerzas a abandonarse al aliento frio que la congela.
Él llora, la mira nuevamente y repite: Te amo.
Ella abandonándose finalmente, lo mira... Te amo -musita llevándose consigo el brillo triste de aquellos profundos ojos grises - sin alcanzar lo oídos de aquel desconsolado enamorado.
Él la besa y le cierra los ojos.