sábado, 9 de mayo de 2015


Sobre la vida he pensado mucho. He visto caras, risas y miradas que mueven algo dentro de mí. Un reflejo, un calor interior que quiere salir, que quiere traspasar lo corpóreo.
Me identifico con esos ojos, con esa mirada buscando aprobación, buscando disculparse por algo que hizo y lamenta.
Me identifico con esa duda, con esa lucha interior de querer decir algo, de mostrarse al mundo y de frenarse al mismo tiempo, por la inseguridad, por el exceso de empatía, por la vergüenza supuesta del qué dirán.
Me identifico con esa luz, con ese brillo escondido, que se trasluce misterioso y lejano, que se reconoce al instante,  se sabe visto y  se esconde al mirarlo.
Me identifico con esa confianza que crece, por tener un espacio mínimo de ser quien se es y que acepta.

Estoy parada frente a esas caras y sólo quiero que vuelen, que crezcan, que gobiernen sus vidas, y lo veo a diario. Tienen miedo, dudan, se atreven, abren sus alas, vuelan y son libres.