
Este no es un relato de aquellos por el cual estarían orgullosos los grandes escritores de la historia, ni menos yo, que soy muy crítica a la hora de analizar lo que escribo. No, este es uno de esos escritos sentimentaloides, salido desde las entrañas. De aquellos en los que uno no piensa, sino que los vive, los actúa, y accidentalmente se encuentra con el lápiz y el papel y lo vomita sin mediación de la crítica.
No sé, sólo ocurrió que el balde se rebasó de agua, y comenzó a caer por los costados, a propósito de una pequeña piedrecilla entrometida. ¿Qué fue?, aún lo estoy pensando…
Tal vez fue esa energía grisácea que se percibía en el ambiente, o quizás que desde hace ya largo rato un lodo pegajoso se metía en mis zapatos. Uno no puede vivir como si las sombras no existieran, como si el lodo fuera fácil de caminar, no. Pero, ¿por qué tiene que ser así?, ¿acaso no era posible ver las señales y hacerles frente como el común de la gente?, ¿por qué mantenerse en esas circunstancias?, nadie me ha pedido ser la mártir en esta historia, y qué patético hacer un papel que nadie te ha pedido que hagas, y más encima quejarte.
¿Es rabia?, ¿frustración?, ¿pena?, no sé… de repente me miro como si me viera desde arriba, y veo a una pobre muchachita llorando por nimiedades. Pero cuando vuelvo a mi centro, también son nimiedades, pero es una sensación de descontrol, como si al balde no se le acabara el agua que derrama.
Son pocas veces las que me siento así. Las emociones son mantenidas a raya generalmente, pero al parecer mi estrategia es poco eficaz. Y esto es sólo por mi cobardía, mi afinidad constante con la evitación.
A ver, si ensayara aquella forma que sé sería la más apropiada, diría algo así como: “no quiero seguir hablando contigo porque me produces rechazo, una sensación negativa que me amarga”. No, no, muy agresivo. A ver, de nuevo; “me molesta que te burles todo el tiempo del mundo, eso es muy desagradable”… vamos mejorando. O algo así como: “Podrías tratar de ser más empático con los demás”. Pucha, esto de la psicología igual me aburre un poco, ¿por qué adornar tanto las palabras?, si en realidad lo que tengo en la punta de la lengua es un “me caes mal, tan mal que el sólo hecho de tu presencia me jode el día”. Pero sí, es muy agresivo. Tal vez es así de agresivo porque el balde se llenó mucho… y ya no puedo hacer nada…
Es tan desagradable esto que siento, ganas de huir, de desvanecerme y volverme aire, pero siento que a donde voy me persigue la repugnancia, las malas energías que se me mete por los poros y me llevan al extremo de ser de nuevo la sentimentaloide que tanto odio ser.
Pero “menos mal que me conozco”, como diría Benedetti…
“…menos mal que mañana
o a más tardar pasado
sé que despertaré alegre y solidario
con mi culpita bien lavada y planchada
y no solo se me abrirán las puertas
sino también las ventanas y las vidas…”
En el mundo de los negocios, una de las reglas de invertir en negocios riesgosos es ver qué tan costoso es que las cosas salgan mal... Has pensado qué es lo peor que puede pasar si le dices "me caes mal, tan mal que el sólo hecho de tu presencia me jode el día"? Si lo peor que puede pasar no es algo costoso, entonces tal vez valga la pena correr el riesgo y decirlo...
ResponderEliminarqué sabios son en el mundo de los negocios
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