
Tomó su mano, mientras su otro brazo se escabullía silencioso por detrás de su cabeza. Sentados, mirando la televisión, conversando temas de amigos, ella comenzó a parpadear más ligero.
Siempre escuchaba su corazón cada vez que lo abrazaba, y la tranquilidad que le infundía le hacía parecer una playa de arena blanca en la que el mar se detiene a descansar.
No siempre fueron tan amigos, durante largo tiempo se dirigían sólo saludos formales, y estar abrazados tan plácidamente habría sido un absurdo para dos seres tan distintos.
Él la tenía tan cerca, sentía su cuerpo frágil entre sus brazos. Su cabeza apoyada sobre su hombro le disparaba el corazón. No supo cuando comenzó a dolerle su presencia, pero esta vez ahí, tan cerca, sentía unos inmensos deseos de besarla.
Acercaba su cara a la de ella, sus palabras eran las comunes entre dos amigos, pero sus gestos hacían entrever algo distinto.
Ella comenzó a sentirse nerviosa, solían abrazarse tiernamente pero esta vez algo extraño ocurría.
- ¿Pasa algo?- preguntó él.
- ¿Qué es esto?, esto no puede estar ocurriendo, si somos amigos- pensó ella, mientras tomaba distancia y lo miraba a los ojos.
- ¿Qué pasa?- mirándola con sus ojos tristones.
- Dime ¿qué es esto que ocurre?- mientras bajaba vergonzosamente la mirada al hablarle.- Esto es extraño-.
- ¿Pero qué cosa?- Tratando que ella pusiera en palabras lo que él no se atrevía a expresar.
- Esto pues; los abrazos, que tomes mi mano, es extraño, esto no es de amigos, explícame.
Se quedaron en silencio, ella angustiada y él pensando en las palabras adecuadas.
Él se alejó un poco, y avergonzado [la vergüenza era muy frecuente en él, pero esta vez tenía un tinte distinto] la miró a los ojos.
Ella desataba y ataba un nudo de su polerón, evitando el contacto de su mirada.
- Oye- tomando su cara para que lo mirase. - Tú sabes que me pasan cosas contigo-
Ella se sonrojó, encontrándose con esas palabras tan directas.
-¿Cómo?, ¿desde cuándo?, ¿por qué?- preguntó, aunque calladamente se había dado cuenta hace un tiempo de lo que ocurría.
- No me preguntes por favor, tú conoces lo vergonzoso que soy.
- Pero ¿qué va a pasar ahora?, nosotros somos amigos, las cosas cambiarán de ahora en adelante. No sé...
-¿Pero cómo no vas a saber qué te pasa a ti?
Y ella seguía con la mente revuelta de preguntas. -¿Qué me pasa a mi?- Pensó, mientras las respuestas se le escapaban, desatándose un mar dentro.
- No sé, tengo miedo, las cosas cambiarán ahora que sabemos qué ocurre...
- Pero no me hagas esto, no seas lesita. No digamos que estoy enamorado, pero lo que más me ha deslumbrado de tí es cómo eres, tu naturalidad, tu ternura, tus cariños, no dejes de ser así por lo que te he dicho...
- Pucha... Esto me da miedo...
Él la abrazó nuevamente, sacando sus manos del nudo del polerón, que se ataba y desataba.
-Yo te quiero y quiero seguir cerca tuyo-
- Yo también-
Se quedaron así, en silencio el resto del tiempo, abrazados. Comenzaba a calmarse el mar dentro de ella, comenzaba a latir nuevamente fuerte su corazón.
Él sintiendo su cabeza en su hombro y con unos inmensos deseos de besarla. Ella escuchando su corazón, y pensando, tratando de alcanzar sus respuestas...
Se detuvo el tiempo en ese instante., eran dos amigos que dejarían de serlo… Era el mar y su oleaje, descansando en la playa de arena blanca, otra vez...
Se me había olvidado escribirte acá...
ResponderEliminarMe gustó, me gustó mucho :). Es honesto y directo, es bueno algo así, para variar, para alejarse de las cosas falsas.
Un abrazo... hoy vi una foto tuya vestida de gata (o gatúbela?) :)